martes, 3 de enero de 2012

La niña está triste.


Antes cuando llegaba siempre sonreía, ahora tiene una mueca horrible rara y extraña. En ese caótico orden de cosas que nadie comprende ni mide, la niña está triste. Se pone ropa cómoda porque ya no quiere impresionar a nadie, no quiere un primer plano, quiere un plano subjetivo, una angulación en picado, una mirada que pueda pasar desapercibida. Como digo, la niña está triste. Pone cara de asco, de ruina, sonríe y se siente extraña y mentirosa.

No le apetece sonreir. Está como el viento: mal encarada, fría, cortante incluso. De ahí pasa a un estado de jarrón de flores: habla poco, decora sin llamar tu atención, pero permanece en la larga fiesta. Hoy lleva un vestido verde, un peinado recto y una mirada perdida. Perdida pero penetrante, cuando la niña está triste se le ponen los ojos de vieja decrépita. Parece que en sus ojos han pasado diez años más, sin embargo, aún triste, me sigue llamando. Me sigue atrayendo, no quiero abrazarla ni quererla, ni que deje de estar triste. Me atrae su tristeza, su falta de saber estar en navidad. La niña está triste, el mundo gira y Barry White canta Sexy Thing.


-A ti qué te pasa?
-Ya no tengo alma
-Todavía tienes caliente el aliento
-Pero dentro no tengo nada
-Que bonita eres cuando tienes la cara triste


Salimos a la calle y la niña se queda mirando el vaho que sale por su boca como si eso fuera una prueba suficiente de vida. Hace frío, frío de las cinco de la mañana, frío oscuro, frío del bueno del que te da ganas de meterte en camas ajenas. Hace frío, la niña está triste, me mira fumar en silencio y deja que me regodee en lo oscuro de sus ojos. Cuando la niña está triste la quiero, y soy un niño pequeño y estúpido. Un niño egoísta, que la empujaría, la mordería, le arrancaría las medias. Aunque nadie me pregunte, yo tampoco tengo alma.



Imagen de El Hombre que nunca estuvo, Joel & Ethan Cohen.
Hache de Susana y Ana, gracias chicas. Sois fantásticas :).

No hay comentarios:

Publicar un comentario