viernes, 24 de septiembre de 2010

La libertad y los presos. Las manos atadas a la espalda,

Es un invento, un invento del ser humano. Adivina. Te lo puede dar todo, quitártelo. Lo desearás siempre, más que a una mujer, más que a un sueño, más que al éxito. Hemos hecho que sea todo.

Hemos conseguido que su presencia nos de poder, status, relevancia, sin él, no eres nadie para nosotros. También hemos conseguido que nos de masacres, guerras, muertos, hambre. Tenerlo o no, puede ser la diferencia entre criar a tu hijo o darlo en adopción. Tenerlo o no, muchas veces te permite salir del talego. Tenerlo o no, permite que el amor continúe a pesar de la distancia. Tenerlo o no, a veces es la diferencia entre la vida y la muerte. Amor, familia, sueños, vida o muerte solo a cambio de dinero. Puto dinero. ¿Estamos orgullosos verdad? No, pero dinero es lo que deseamos cada día.

Somos incansables, perros sabuesos, digamos lo que digamos, todos, y digo, todos, lo deseamos. No hay un diós, ni una idea, ni una organización, ni un sueño, nada, que una a la humanidad. Las ganas de poseerlo es lo único que nos convierte en uno. Ese ser camina durante su corta vida, buscando el dorado, los hay que lo hacen bajo el suelo, bajo las piedras que pisas. Los hay que lo buscan en el aire, en el mar, en las desgracias ajenas, en la confianza del resto, en la carretera, frente a un ordenador, sobre una cama, en las páginas de un libro, en el cobre de una escultura, en la mierda del suelo, en las mentes ajenas, en las verdades veladas, en los viejos mitos. Siempre está presente.

¿Te consideras libre? La llave de tu candado vive a menudo en tus bolsillos. La calderilla actúa como una campana, blin, blin, quiero más. Siempre más.

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