jueves, 24 de mayo de 2012

Cuando caen los tiranos

Cuando caen los tiranos todo el mundo se mira confundido.

Cuando cae el malvado villano que todo lo ocupa por fuerza la gente mira hacia los lados, expectante, buscan ese toque, esa punta de lanza que establezca un nuevo orden. Buscan un nuevo líder. Digo líder, no es necesario que sea príncipe o villano, hace falta un líder. 


Ahora que ha muerto el tirano, que nos ha atado, maltratado, tapado la boca, robado el dinero. El tirano ha matado la poesía, ha violado el acuerdo tácito de la democracia. El tirano y su entramado se han situado tras gafas ahumadas y nubes de humo de puro. Los tiranos le han quitado a la gente la verdad, sólo conocemos la versión oficial. Malditos tiranos.

Los tiranos, merecen la muerte por pisotear el concepto. Por machacar el constructo. Los tiranos han atado a la libertad, la justicia y todas esas deidades que se nos antojan indispensables. 
Malditos tiranos.

El perfil del tirano es claro, es un hombre de mediana edad, héroe de algunos, verdugo de demasiados. Probablemente tenga alguna piedra en el camino que le enloqueció y bueno del resto qué os puedo contar. ¿Quién no reconoce lo que es un terrible tirano? Obtuso, con la mente cerrada, la lengua llena de palabras grandiosas y los pies de barro por mucho oro que cargue encima.

Bueno, cuando el tirano agoniza, la gente empieza a susurrar. En las calles se ver arbolitos ardiendo, pintadas hijas de las noches más oscuras y las abuelitas acuden a las iglesias a rezar por un futuro que no sea igual a su pasado. Los hombres intentan mantenerse ocupados, las mujeres tragan saliva mientras hacen la cena, los adolescentes locos de hormonadas ideas rebuscan en los noticieros un pico, un guiño, una señal del presentador que hable del agonizante tirano.

Suceden los días, los meses, los años pero el cabrón tirano continúa coleando. "Bicho malo, nunca muere" escriben en la pared de tu casa. El silencio es sepulcral, ojalá muera el tirano. Quiera Dios que muera el tirano. Silencio, en espiral, todo el mundo callado. Esos viejos oficinistas de anciano malvado colaboran en el silencio, en la incertidumbre, en el respeto, en el futuro más obtuso. La máquina de los  tiranos continúa, el engranaje propicia el silencio.

Muere el tirano. Todos se miran asustados. ¿Se puede hablar ahora? 
Sí. Se ha muerto el malvado, pero en todos sus años de  vida que hemos hecho más que colaborar  en su obtusa visión del mundo. El que calla otorga, y nos hemos callado. ¿Quién quiere ser el próximo tirano? Vocifera la versión oficial. 

-No nos asusten ustedes con el polo opuesto del tirano, moriremos si nos cambian las reglas del juego.

Cuando caen los tiranos la gente se mira  confundida, mira de un lado a otro con el gesto serio y los ojos ahogados de culpabilidad:
**

 Le diste la voz al tirano al pasar callado tanto tiempo.





**Imagen extraída de http://aserne.wordpress.com/





Vosotros los condenados a muerte.




Vosotros los condenados a muerte, no a la muerte entendida como pérdida de vida sino la muerte como ese punto de inflexión que anula toda posibilidad de futuro. Nosotros somos la generación perdida. Esa frase está maldita, no la puedo pronunciar en alto. Ahora mismo mientras escribo sola en silencio, en mi casa, conmigo misma como único público intento decirla en alto pero nada, no soy capaz ni de mover los labios. Incluso me cuesta entrecomillarla y esa primera persona del plural me repiquetea y por las noches, por qué no decirlo me quita el sueño por completo y me desordena la sangre. 


Tengo veintiún años, acabo la carrera el próximo septiembre. Soy relativamente joven y ya estoy condenada a muerte. Cómo se va a echar a perder una generación, no, no y no. Simplemente no tenemos futuro, no encontraremos trabajo, no tendremos experiencia, no podremos ser aquello para  lo que nos hemos preparado. No no y no. Repito la frase, tengo veintiún años, y SOY joven, aunque me sienta vieja.


Mi generación no está perdida, está hasta los cojones de oír no. Soy estudiante de periodismo, estoy al borde, en el filo, saboreando esos últimos días de universidad. Cuatro años que me han cambiado la vida. Se me llenan los ojos de lágrimas de pensar lo poco que los he disfrutado. La universidad me ha dado tales alas mentales que sólo puedo sonreír cada vez ando por los pasillos. Aún soy alumna, aún pertenezco a ese grupo de la sociedad que está aprendiendo, que está labrándose un futuro, aún me están pegando las plumas a las alas. 


La universidad para mí ha sido como una trepanación mental. Un agujero en el cráneo a tiempo ahorra que el cerebro se embote, se hinche, se muera de la presión. La  Universidad ha sido aire muy fresco en mi cabeza. A pesar de las noches en vela, del estómago frenético en café. De los días que he llegado tarde, de los compañeros cabrones, de los grandes amigos. De los descubrimientos, de las horas perdidas en la biblioteca. De las clases magistrales. De los poetas, de los periodistas, de los diseñadores de los publicistas, de los informáticos, de los conserjes, de las señoras de las limpiezas, del lunes a las ocho de la mañana. Con todo, la Univeersidad ha cambiado mi vida. Y me da tanta pena que acabe.


En un primer momento sentía que me libraba de esa piedra, de la atadura de ser inexperta, de depender de una  calificación, de estar anclada a un horario. Pero ahora, con ese recurrente Síndrome del Fin del Mundo, soy capaz de apreciar todo lo maravilloso de esta época. 


Y ahora se supone que tengo que salir ahí fuera y enfrentarme a eso que han decidido llamar La Generación Perdida, la puta generación perdida, si me permiten. Sí, Laura perteneces a esta generación de inútiles, que no saben del sacrificio, que son arrogantes y que dominan de tal manera la tecnología que se han atrevido a mirar por encima del hombro no solo aa sus padres sino también a sus abuelos.


-Sí, estúpida, perteneces a la Generación Perdida. 
-Pero no, no me da la gana. No. Puedo decir no. Aunque nadie me escuche me lea, me da igual. Ni siquiera sé cuál es el sueño de mi vida. Pero no. NO. No me voy a rendir. 

¿Cuántas generaciones perdidas ha tenido la humanidad? 

Tenemos los intelectuales españoles del XIX, los desposeídos, los Blanco White y semejantes. Váyase a otro país, sea repudiado y repudie por todos los valores en los que ha sido criado, no se haga la víctima. Luche, vea más allá. Tenemos a Yoani, al otro lado del Atlántico, fuerte, hermosa, inteligente, disidente y muchas otras cosas más. Ella es Generación Y, enhorabuena señora Sánchez. ¿Y qué? Ahí está, contando en pildoritas twitteras, susurrando tan fuerte que el eco cruza todo el océano. 


Tenemos más ejemplos. España, años 70, cambio de vida, cambio de jefe, cambio de valores, apertura, democracia. Ciao dictadura, hola mundo. ¿Qué pasa?, ¿que aquellas generaciones no tuvieron miedo? ¿no lucharon? ¿no se dejaron los dientes, las uñas y váyase usted a imaginar qué para continuar? Pues sí.


Generaciones perdidas ha habido muchas. Y todas han salido airosas.


Estoy al borde. Al filo. A punto de empezar a volar. Tengo miedo. Mucho miedo. Soy de la Generación Perdida. 


Por eso mismo lucharé, trabajaré el doble, y nunca perderé la ilusión aunque sin nacer esté ya condenada a muerte.

lunes, 7 de mayo de 2012

On fire. Totalmente vivos. El Mañana.

El Mañana






Es una duda. Inexpugnable, increíble. Gigante.
Incertidumbre cubierta de aire, incertidumbre cubiertos de acero.
Lostmymind, lostinthesupermarket.
Porque es una historia que nunca para, estás perdido entre latas de cerveza, carne envasada y patatas fritas. Los cámaras frigoríficas nunca te trajeron tantos recuerdos como hoy.
Caminas tras el carrito de la compra, ¿quién lleva a quién?
En este siglo la mejor declaración de amor no es un te quiero
No es un teamo
No es un te recuerdo.
No es un café a media tarde.
No es un tweet con corazones.
Ni mil palabras biensonantes en tu aire.


Ahora lo que todos queremos tener es un Te Veo
Veo quien eres, veo quien no eres.
Veo a quién escondes detrás de mil capas de cinismo y tela desgastada.
Veo a quién guardas de las miradas indiscretas.
Veo más que tú, veo cuando me dices corazón. Como se mueven tus labios entre carne, aire, saliva y dolor. Veo tus ojos, veo. Lo veo todo. 


Todo el mundo sabe.
Nadie sabe nada. 
Nadie tiene ni puta idea.
Nadie finge saberlo todo.
Nadie no existe, fue hermano de gente y ambos se perdieron por un caminito relativo.


Relativo a cerrar la puerta, a una cruz pesada que todo el mundo quería portar.
Pero la cruz es efímera, la estrella es un escupitajo lanzado al aire. Que se impacta en tu cara, y te cubre de ti mismo.
¿De verdad no tienes los huesos suficientemente rotos como para volver a mirarle a los ojos?


Sólo el adjetivo de la soledad estaba solo. 
A mí no me grites, no me mires. No pienses en mí. 
No busques en tus bolsillos ni un retazo de mi existencia.
Tus deseos han cambiado, es el momento de volverse loco.
El momento de empezar a correr en círculos ha acabado.


La ortografía nunca fue tan innecesaria. Tan imprecisa.
Lo mejor es quitarle la ropa a los que se deslizan como luz.
Amarás al prójimo como a ti mismo.
E incluso más. E incluso menos.


Sin embargo, siempre nos queda convertirnos en oxígeno, confiar en los faros.
Mi nombre es el triple, mis pasos son los mismos.
Para confesar quién soy, quién quiero ser, quién quiero ver sonreiré de manera muy falsa.


Son sucesos, son éxitos. Son hechos, tenemos que convivir.
Letmeloveyou. Cuando te quedas petrificada ante la verdad, la más absoluta verdad. La gran losa que, te acaba de destrozar la cabeza por completo. La gran losa que astilló cada hueso de tu blanco cráneo de caucásica estúpida y occidental.


No eres nadie, nadie te conoce. Esa no es la gran verdad, sólo una de tantas.
La gran verdad es que tu ruego, deseo y súplica no se convertirán en un mapa de realidades.
Te quedan las palabras más preciosas de la Tierra, de la tierra en tu boca, te queda:
el éxtasis, 
el vértigo, 
la calma,
la perdición,
el encuentro, la despedida. El fuego.


Si te mira con desaprobación, mírale con descaro. ¡No le pondrá usted puertas al campo!
El cielo no está hecho para pintar nubes. Mi imaginación no está hecha para imponerle plazos. No le pondrá usted frenos al viento. ¡No, no, y no!. He nacido con la capacidad de negarme.
De arder, de gritar. Tengo muchas capacidades aún. On fire.


Futuro, mañana. La duda. Let me love you. Déjame decirte adiós, Vete a la mierda. 
Arde. Que el fuego lo devaste todo. Arde por el mañana.
Arde por hoy, arde por ti.


SÓLO LOS BESOS NOS TAPARÁN LA BOCA.