miércoles, 17 de abril de 2013

Completamente desnudos.





DESNUDOS

Blanco, gris y negro
Despertó sobre la acera completamente desnuda. Abrió los ojos tumbada sobre la acera por segunda vez aquel día. Despertó en la calle y era su segunda oportunidad en la tierra. Su mirada perdida y desnuda fue inmortalizada por una cámara y de aquella mujer no se supo nada más.

Hace tres años el planeta se cobraba la existencia de miles de personas y con su rugido arrasaba toda forma de vida. Hablamos de Haití claro está. Donde antes estaba un precioso país de piel negra, ahora encontramos solo un animal que continúa herido tras el seísmo que lo sacudió. Sobre su tierra ahora una mezcla de polvo, humo y miedo. Bajo su tierra, los cientos de esqueletos sin nombre sólo vivos en el pensamiento de los supervivientes.

Todo blanco, las chabolas también, sobre todo las chabolas. Pero no es níveo, límpido o puro, es asfixiante. El blanco de la pobreza más absoluta, el color bajo el que ahora viven cerca de un millón de personas.

El segundo color predominante es el gris. El color gris del hormigón migado y esparcido por doquier como si un tortazo indolente hubiera decidido acabar con todo rastro de civilización. La misma catedral entre los dos colores cobija un año después a los fieles que aún hoy miran con esperanza al cielo. Un cielo azul que pueden ver porque el terremoto se llevó todo el techo del lugar.

Y el color negro. El chocolate caliente de la piel de los supervivientes, el color de los muertos. El color de la vida, el color negro. Porque los haitianos son así, consiguieron la independencia los segundos, han sobrevivido a cosas peores, luchan por su futuro, y rezan por su presente. El color negro, el color de la vida.

Vicent Van Gogh decía que el color es un juego entre nuestros ojos y nuestro cerebro. Según el pintor, la selección de un color únicamente estaba relacionada con el sentimiento que nos inspirara. Sin embargo, nadie se ha tomado la molestia de recolorear el país, el baile de cifras continúa, y el festín burocrático se reafirma. Ahora empieza el juego político, lo fraudulento, y en nada, el ostracismo internacional. El color negro vive bajo el blanco, y el gris sigue poblando las aceras. Ante un país desnudo y herido que intenta recobrar la compostura atrapando bocanadas de aire corrompidas de polvo.