lunes, 27 de diciembre de 2010

Desde que te marchaste ya no crecen las flores.

El mundo funciona a un ritmo que muchas veces se antoja extraño, injusto, o simplemente irracional. Esta historia comienza en un barrio totalmente blanco, lleno de flores, un barrio en lo alto de una colina, un barrio controlando la ciudad. Antes de que nadie viviera en este pequeño e idilíco lugar, un hombre y una mujer se enamoraron. Realmente muchas personas se habían enamorado antes. Pero esta pareja es la que ahora nos ocupa. Él era un niño rico, ella una niña pobre.

Él construyó una gran casa para ella, ella construyo una familia para él. Aquella casa, aún hoy es el corazón del antiguo barrio: blanca, y más alta que todas las demás. El poderío de la casa se ha ido diluyendo entre años y desgracias, pero aquella niña pobre sigue viviendo allí.
La casa tenía un gran jardín de las rosas más bonitas que he visto en toda mi vida, el barrio entero preguntaba la razón de aquella suerte que el sol había brindado. Rojo y blanco restallaba y dilataba la belleza sobre la manta verde. Era admirable.

Allí creció un muchacho, alegre, aún hoy tengo su sonrisa impresa como un recuerdo. Aquel muchacho se tuvo que ir y la niña por la que habían construido aquel palacio, cayó enferma de tristeza. Dejó de ser una niña para siempre, sobre los ojos se le pinto un velo negro, un velo de dolor. Siempre me dice que lo peor que te puede pasar es sobrevivir a un hijo. Y así fue como las rosas dejaron de crecer, así fue, como nos hicimos todos mayores.

Aprendimos que la belleza también acaba, y que hay que personas que nunca nos abandonarán. Y aprendiéndolo algún día volveremos a bailar, sin olvidar, pero sin sufrir.

martes, 14 de diciembre de 2010

Inacabado


El síndrome del folio en blanco que lo llaman. Me siento ahora frente al ordenador y una extraña desazón interior me hace sentir que no tengo nada que contar. Tengo uno de esos trozitos del día en el que me pongo un poco miedosa y triste, pero pasará, pasará, o si no me consumiré, pase lo que pase, el tiempo pasará.

Hoy he visto a Alba hemos cruzado unas treinta palabras en todo el año y unas veintisiete han sido solo hoy. Está loca por volver a casa, se me ha quedado impresa la frase que ha pronunciado, "no veo llegar el momento". Su momento llega el viernes. Yo el viernes pasaré uno de esos días raros, de sed, de sueño y de religión. O quizás ni eso. Yo el viernes lo pasaría dormida, como la bella durmiente, anclada sin ser consciente de qué pasa alrededor, recibir alguna llamada especial y seguir medio paseando entre dos mundos, el mental y el de alrededor.

O como otra reina, pensando no sé qué me das, que me hace volar.

Es curioso el mundo de la informática, de internet y todo lo relacionado como esto. Son medios de comunicación, la gente se conoce, se enamora, se separa, se une, se restabiliza, y todo sin salir de casa. Pero es un lugar frío, si pudiera escribiría todo esto en un papel, la red es el mundo de los sueños. Y de las pesadillas.

Ahora me doy cuenta de la vorágine autodestructiva de las últimas semanas, vorágine es exagerado lo que pasa es que adoro la palabra, nada más. Sin vivir, o viviendo sin respirar el aire, yendo y viniendo sin tregua. Y entonces despierto, despierto en una ciudad ajena, y apareces como si un desconocido diós te hubiera convertido en humano. Mi cabeza muchas veces me traiciona, creí que te había inventado. Pero eras cierto. Cierto de certeza. O cierto a secas. Cierto. No te había inventado.

El otro día te miraba, en silencio, sin que me vieras mirarte. Os miraba a todos en verdad, era como caminar dentro de la mente. Un sueño bueno es cuando estás en un lugar desconocido y te encuentras con personas de tu presente pasado y futuro. El otro día soñe. Hace ya una semana que te besaba por una ciudad desconocida, hace ya una semana que eras cierto.

Y me entiendes de una manera que no sabría ser. Me das papel, abandonas el ordenamundo y me das tu voz. El papel es un símbolo valioso, es un objeto, un objeto que puedo tener en la mano, tiene un tacto reconocible, un color llamativo, y palabras, palabras de tus manos. Palabras y papeles ciertas. Adoro el papel, gracias.

Es ciertamente un gran objeto, un gran materia. Los árboles de un bosque que sufren frío, aire y miedo en noches oscuras un buen día están en los libros de los niños, en las historias de los mayores, pegados en la pared, como una foto, como un recuerdo, como una señal de pertenencia a alguna parte. El papel es magnífico y luego nos gustan los diamantes.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Oscuridad en el barrio

Ahora es siempre y nunca ha sido entonces, y esta frase no tiene ningún sentido para mí porque ni siquiera me voy a tomar la molestia de releerla, son palabrotas en bocas de un niño repelente que sueña con alcanzar la luna. Palabrotas de la niña caprichosa que soy. Hoy he comido, he dormido, he sonreído, he chuleado, he gritado, he reído, he ido a clase, he respirado, he hecho tanto. Nadie me lo ha prohibido. Esta es la vida que siempre he querido tener, sin embargo, hecho de menos a alguien.

Lula era estúpida y por eso la queríamos tanto. No se arriesgaba y ganaba, y perdía. Me dejó llena de recuerdos la habitación, la oveja Lula, el anillo de luz, la foto del Ché, un papel arrugado de un chico especial. Aquello si que fue especial, y raro, y revelador. Nos separaban apenas unos doce centímetros y de repente chas! La luz todo el barrio se apagó. Todo el barrio a oscuras. Las circunstancias eran ante todo extrañas. Pero un par de besos con sabor a cerveza sin alcohol, y un pensamiento fugaz me atravesó la mente. Él, mi amor, y entonces se me cayó el corazón en el suelo. Sonó como mil cristales finos como plumas cortaran y rajaran el aire, la luz volvió al barrio en aquel instante. Y de repente, éramos dos extraños que se besaban. Es precioso ese momento tras un primer beso con una persona, lo miras y estás tremendamente agradecido de haberle probado un instante. Pero no pasa siempre claro. Pero sí muchas veces. Aquella fue una de esas veces. Y abres los ojos y sabes lo poco que lo conoces, es como empezar un libro, la primera página.

Y entre besos a oscuras, y sueños de verano allí estábamos. ¿Nos bebemos un vaso de agua? Deja correr el agua, no me gustan las tuberías. Eres raro. No más que tú. Aun así te gusto. Aun así me encantas. Es la noche. Ya veremos.

-¿Qué ha sonado?
-Has debido de pensar algo extraño, y se te ha estrellado el corazón contra el suelo.
-Lo siento
-No te preocupes, ahora lo encontramos y lo recomponemos.
-Es muy importante para mí.
-Lo he notado, te has quedado completamente inmóvil.

Y con la eterna sonrisa, que aún hoy le caracteriza, empezamos a arrastrarnos por el suelo, buscando pedazos, trozos, bisagras, grietas. Arrancamos hojas de cuadernos vacíos de palabras mientras girábamos como si fueran cigarros de piratas caribeños. Y con esos cigarros despertábamos pelusas dormidas bajo las camas, los armarios, los enseres, los pedazo que dejé de mí en esa habitación. Recompusimos cada trozo, yo encontraba y el pegaba. El sueño ya nos apretaba los párpados, solo faltaba la junta de estaño que hacía que mi preciado y roto objeto se mantuviera, no aparecía. Duerme, ya sabes que los hombres grandes son los mejores para dormir, duermo, duerme. Entonces tú eres el chico frío que no se pierde un detalle, y tú eres la chica callada que me mantiene despierto entre poetas, locos y artístas. Somos quien somos, mañana dos extraños. Mañana y hoy. Ahora dos, mañana guerreros enfrentados que olvidan sus aventuras nocturnas en común.

Abrázame, hueles bien, la luz del sol te sigue favoreciendo, a ti no. Pues vete, no quiero, no te vayas. Tienes los ojos bonitos, tú la boca dulce. Deberíamos ser amigos, ya es demasiado tarde. Duerme, ha salido el sol. Tienes un trozo de metal en el pelo. Me voy, ha salido el sol, lo tengo todo. Nos veremos mañana para seguir discutiendo. Nos veremos de noche. Y nos vimos cuando el barrio se quedó a oscuras. Y las calles volvieron a ser nuestras. A oscuras, cuando las personas se esconden de quien en realidad creen ser.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

proyecat

-¿Cuál es tu puto problema?
- Tú
- Pues deja que me vaya
- Ahora no puedo
- Te disfrazas
- Y tú mientes
-¿Quién no lo hace?

- Tú, antes.
-Vive ahora
-Entonces es hora
-La hora de dejar de mentir, y de desconfiar...
-La hora de irse