domingo, 8 de agosto de 2010

Lo llaman sed.

A mí también se me olvidaron muchas cosas.
Olvidé cómo te llamabas, quién era yo.

Empezé a habitar en un cuerpo que no era mío
pero tuve suerte
abrí los ojos una mañana y me encontré en otros ojos, seguí caminando de espaldas a mis dudas.
Y el silencio llevó a la soledad más fea, luego a la más bonita y ayer comprendí que solo tenía hambre de piel.

Nuestra única certeza es que los pájaros volverán a pesar sobre los tejados y los árboles.

Lo demás da igual, si todo carece de sentido, mira ahora las nubes, verás nuevos edificios donde antes estaba tu hogar.

Camina sobre tus piernas, consciente de tus manos y de donde miran tus ojos.

Al final solo te quedará eso, una ciudad llena de árboles ardiendo y un cuerpo con hambre de otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario