lunes, 16 de agosto de 2010

Tiempo de volar. Cambiar y decidir.

Estaba perdida en un lugar desconocido, cuando encontré la frase que necesitaba leer. Siempre él, mi poeta preferido, tiré zapatos y ropa para que su libro pudiera ir en mi maleta. No sé ni qué parte, de qué página, de qué momento, no lo sé, leí: romped el desamor antes de que os muerda el odio.

A mí ya me había rozado la primera parte, a él, demasiado cómodo en lo que creía un designio divino el muerdo del odio era la única respuesta que se le ocurría. Y ahora tocaba esperar, elegir o decidir parecía ser lo peor que yo podía haber hecho.

Entonces comprendí en qué momento, a partir de qué parte yo le pertenecía. Yo le pertenecía desde el mismo momento en que le había elegido, el día que vi que el amor no era aquello, le seguía perteneciendo pero mis decisiones parecían ser erráticas y ridículas como si fuera un niña corriendo por la carretera.

Habían pasado menos de treinta días, yo tenía el pelo más largo, en esta ciudad hacía más frío y él estaba tan lejos que empezé a quererme a mí por encima de todo. Gracias a Goytisolo.

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